miércoles, 21 de octubre de 2009

Economía solidaria. Una gran tradición

Una gran tradición
Por Bernardo Klilksberg
Para LA NACION. Diario La Nación de Buenos Aires. Argentina. Sábado 17 de octubre de 2009. Suplemento Comunidad

Es hora de revalorizar el rol de la economía social. Integrada por cooperativas, fundaciones, mutuales, empresas sociales, ferias de comercio justo y otras formas afines es un potente movimiento mundial. Las cooperativas tienen 850 millones de asociados, y cerca de 3000 millones de personas dependen de ellas.

En la Unión Europea representan el 7,9% del empleo asalariado y el 25% de los ciudadanos forma parte de ella como productores, consumidores y ahorradores. En España hay 48.000 empresas sociales que produjeron en 2008 el 10% del PBI y representan el 12,4% del empleo. Las bases de la economía social como sus objetivos de ayuda mutua e interés público, su carácter participativo y su fuerte inserción local, la convierten en un poderoso instrumento para enfrentar la crisis.

En América latina, la economía social tiene una importante tradición. Sus empresas generan trabajo entre los desfavorecidos y les proporcionan desde crédito hasta servicios eléctricos. Como lo ilustra, por ejemplo, la Cooperativa Indígena Unidos Venceremos del Estado de Puebla, o Chile, que cuenta con 100.000 entidades que benefician a 7 millones de personas. Marcando caminos, entre otras experiencias, el gobierno de Lula creó la Secretaría de Estado de Economía Solidaria, y en una experiencia altamente referenciada a nivel municipal, la ciudad de Rosario estableció la Subsecretaría de Economía Social.

Sin embargo, hasta ahora han sido débiles y oscilantes las políticas para apoyarla. En una América latina con más de un tercio de su población en pobreza, y con perspectivas alarmantes, urge fortalecer y profundizar la asociación de los seres humanos bajo valores de cooperación, solidaridad y servicio a la comunidad que propone la economía social.

El autor es director del Fondo España-PNUD/ONU

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