viernes, 21 de noviembre de 2008

Inteligencia Emocional desde chicos

Educación emocional, ¿Para cuándo en las escuelas?
Reconociendo nuestras emociones desde la enseñanza educativa.

Ricardo Raúl Benedetti, escritor argentino.
Hace algunos meses comencé un debate en diversos sitios de Internet, con la intención de propiciar la enseñanza emocional en las instituciones educativas, entendiendo a la misma como el complemento ideal de toda sociedad, hacia la formación de seres además de racionales y creyentes, emocionalmente inteligentes.
Cada ser humano se transforma obligadamente en su propio maestro sentimental. A fuerza de golpes aprendemos sobre nuestros sentimientos y en la mayoría de los casos, lo hacemos mal y nos hundimos en la depresión o respondemos con la misma moneda al daño afectivo recibido, repicando cíclicamente entre rencores, angustias y soledades.

Sabemos que es crucial para nuestro diario vivir, aprender a leer y escribir, sumar y restar. La inmensa mayoría de las personas adoptan una creencia religiosa donde apoyar su fe y esperanza de trascendencia, pero educativamente estamos al descubierto en las cuestiones del corazón, más allá de nuestros esfuerzos personales por comprenderlas.

Todo cambio comienza en uno mismo, asumiendo el compromiso y participando activamente en el camino a seguir.
En este sentido es imperioso aunar criterios entre los responsables para contar todos ellos, con un mismo mensaje y metodología de acción en el trato con los jóvenes, en cómo actuar en la detección temprana de conflictos, etc. Es necesario fomentar una cultura de la Paz a través de los medios masivos de comunicación, tomando como eje esta propuesta educativa, transformando e incorporando socialmente, una cultura emocional equilibrada y saludable. Instaurando el debate en la sociedad, comenzamos con el cambio que visualizamos. Educación emocional en las escuelas ¡Ya!
Para mayor información:

www.motivacion.ning.com

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El camino del envase

Diario La Nación. Revista. Domingo 2 de noviembre de 2008

Un recorrido paso a paso por la fabricación de los recipientes de cartón, aluminio y polietileno, donde se conserva buena parte de los alimentos y líquidos que consumimos en forma cotidiana. La materia prima con que se los elabora se extrae de bosques sustentables, y una vez utilizados se reciclan, una forma de recuperar lo que ya en apariencia no sirve, reinsertarlo en el mercado productivo y reducir el impacto ambiental de los residuos

Los bosques de Paraná, en Brasil, ofrecen la materia prima para el cartón, pero cada árbol usado es reemplazado por uno nuevo

TELEMACO BORBA, Paraná, Brasil.- Es un día de poco viento, dicen, y la suave ondulación que acuna la estructura de acero de la torre de vigilancia contra incendios es casi imperceptible. Al cabo del ascenso -equivalente a unos 10 pisos-, un espectáculo bellísimo se abre ante nuestros ojos.

En la fazenda Monte Alegre se respira profundo. Y se puede mirar bien a lo lejos: siempre queda horizonte. Eucaliptos, pinos, acacias, canelas, araucarias, cedros... ¿Quién diría que aquí, en este lugar, comienza el camino de muchos de los envases que utilizamos a diario?

"Para que un envase sea realmente reciclable debe cumplir varios requisitos. El primero, provenir de una fuente renovable, el cartón en este caso, pero obtenido de bosques y árboles continuamente regenerados", explica Estela Reale, responsable de comunicación de Tetra Pak, creadora del ya clásico envase de cartón, aluminio y polietileno con cuyo primer nombre fue bautizada toda una enorme gama de envases de alimentos y bebidas, llamados popularmente "tetra", que así pasó de ser una marca a convertirse en el sinónimo de un tipo de envase.

Tetra Pak llegó a la Argentina en 1979 y en 1986 instaló su fábrica, en La Rioja.

Pero la materia prima de sus envases, el cartón, viene de Brasil. Desde el lugar donde estamos. Mientras Estela Reale observa con atención las manchas de distintos colores de verde que van formando los cultivos de Monte Alegre, dice que no es ninguna casualidad que la compañía para que la que trabaja obtenga la materia prima de este tapiz natural. Es que en esta enorme selva subtropical conviven 216 mil hectáreas de bosques implantados (eucaliptos y pinos) junto a 177 mil ha de bosques nativos, y el equilibrio entre ambos garantiza la sustentabilidad del recurso, algo así como echar mano de la naturaleza pero sin descuidar la capacidad de reproducción de las especies vegetales, la diversidad biológica y la vida salvaje.

Monte Alegre pertenece a Klabin, una empresa brasileña que cumplirá 110 años en 2009 y que en 1998 se convirtió en la primera firma del sector papel y celulosa de América en recibir en 1998 la exigente certificación del Forest Stewardship Council (FSC), una ONG internacional sin fines de lucro que acredita los productos de origen forestal (madera, papel, tableros, corcho, carbón, etc.) extraídos de bosques del mundo bien gestionados desde un punto de vista social, ambiental y económico.

La nursery de las plantas
Ivone Satsuki Namikawa Fier, ingeniera forestal de Klabin, apura sus pequeños pasos orientales por los pasillos del enorme vivero y explica que la "nursery" de Monte Alegre es algo así como el corazón del lugar. Es que aquí se planifica cuidadosamente la tarea para garantizar que los bosques implantados de pino y eucalipto -las especies de las que se obtendrá el papel- se planten y crezcan determinado tiempo antes de ser utilizados. Y, además, que no desplacen en superficie a los bosques nativos.

"La nursery es el jardín clonado del vivero, el lugar donde están las matrices de los árboles de plantas seleccionadas, árboles para producir varias especies tanto de eucalipto como de pino", explica la ingeniera forestal. Las matrices se cultivan durante dos años y cada mes dan 5 o 6 cepas o brotes que se plantarán en el bosque después de que hayan alcanzado 30 centímetros de altura, en un lapso de cerca de tres meses.

"Esperamos 7 años antes de cortar un eucalipto -agrega-. Se pueden hacer tres talas: a los 7, a los 14 y a los 21 años. El esquema es así: se plantan 1600; a los 7 años se sacan los árboles más pequeños, por ejemplo, 800. A los 12 o 13 años, 400; quedan entonces otros 400 que tienen espacio para hacerse más grandes y aprovechar la madera."

Con el pino, en cambio, la técnica es diferente. "Para que dé papel hay que esperar entre 12 y 14 años -dice Ivone-. Si se deja crecer hasta los 20 años, la base va para madera; el centro, para papel, y la punta, lo más nuevo, para energía."

Con esta modalidad de trabajo se logra respetar los bosques nativos como corredores de biodiversidad: los bosques implantados son mosaicos dentro de la estructura de la floresta.

Conservar, ésa es la clave
¿Quién no lo recuerda? Hubo un envase que cambió la historia de los alimentos: el triángulo que contenía una leche que en nuestro país promocionaban tres simpáticas niñitas.

Las raíces de esa innovación, sin embargo, estaban bien lejos. Concretamente, en Suecia.

"Ruben Rausing, fundador de Tetra Pak, fue un economista sueco. Y los suecos son grandes consumidores de leche. A Rausing lo obsesionaba lograr un envase que se usara por única vez, en lugar de la botella retornable -dice Estela Reale-. En la década del 50 logró el primero de un uso único, que luego fue impermeabilizado, y en la década del 60 comenzó la tecnología aséptica: además de ser de un solo uso, no necesitaba refrigeración." Ahora, el envasado aséptico más el tratamiento aséptico del producto (con tecnología Ultra High Temperature, o UHT) garantizan la duración de la vida útil del alimento o de la bebida sin usar conservantes químicos.

Los envases contienen leche, jugos, sopas, agua, aceite de oliva, vino, té, bebidas de soja. Basta mirar las alacenas: su presencia en el mercado es, sencillamente, abrumadora.

Reciclar para vivir
PONTA GROSSA, Paraná, Brasil.- En medio de dos enormes camiones se ha formado una larga fila de gente. Todos ellos llevan una carretilla cargada de papeles de distinto tamaño, forma y color, envases de gaseosas, latas, cartones. Hay un cartel que dice: "Cambie basura reciclable por alimento". Y los vecinos responden.

Es uno de los pasos de una cadena insospechada, que consiste en la creación a partir de una materia prima singular: los residuos.

"El programa de recolección selectiva junta 80 toneladas mensuales, y se creó en 2005 por iniciativa de cuatro asociaciones de cartoneros que necesitaban material para pesar y prensar. El municipio puso una balanza y les dimos también varios camiones", explica el secretario de Agricultura, Abastecimiento y Medio Ambiente de esta ciudad, Laertes Blanchessi, quien agrega que el emprendimiento, llamado Feria Verde, se realiza en 63 puntos del municipio. "Todo esto, si no hubiera reciclaje, iría a parar al relleno sanitario", reflexiona. La propuesta es simple: por cada 2 kilos de basura se entrega un kilo de fruta y verdura. "Ya participaron 12.500 familias en 7 meses: por 820.000 kilos de basura reciclable se entregaron 410.000 de frutas y verduras. La basura se dona a las cooperativas de cartoneros, y el municipio compra la fruta y la verdura. La colecta dura una hora y media, y el camión después va adonde separan la basura los cartoneros", comenta.

Eliane, familia de origen italiana, es peluquera y mamá de un niño. "Vengo cada 15 días; toda mi familia, mamá, tía, y también vecinas, juntan la basura. Botellas, envases, papel, cajas de cartón de huevos. Me gusta mi trabajo; no vengo por necesidad, sino porque me parece importante reciclar los residuos. Traigo los envases limpios. Me llevo 10 kilos de fruta y verdura para mi casa."

"Estuve seis meses internado por problemas de drogas y alcohol. Ahora llevo comida a mi casa, a mis 5 hijos", explica en un portugués dificilísimo Orlando Gomes de Santos, un antiguo morador de Morino Sasco, una pequeña ciudad cercana a San Pablo.

"No es la primera vez que vengo a la cooperativa; antes hacía la colecta y les daba a mis vecinas. Lo necesito para mi economía, así no hace falta comprar en el mercado. Es muy buena la fruta y la verdura. Tengo marido y dos hijos", cuenta Marlene Alves.

"Vengo todas las semanas; traigo unos 20 kilos de envases. Juntamos mi suegra y yo; los hombres no están en casa. La familia con esto come mejor: la fruta y la verdura son caras. Tengo tres hijos, mi marido trabaja en metalúrgica. Vengo desde el principio, cuando comenzó", explica Solange Bach, de origen alemán.

El camión llega después a una de las cooperativas de la ciudad, llamada Asociación de Catadores de Materiales Reciclables Ciudad de Ponta Grossa (Acamaruva). Se separan plástico, cristal, cartón, pet blanco y verde, polipropileno, polietileno de alta densidad. Cada persona gana entre 90 y 100 dólares por semana. Hay 45 asociados y se separan en dos grupos para alternar el uso del local.

No hay ningún aroma que haga pensar en acumulación de residuos. "La gente los entrega limpios, porque sabe que es mejor", dice José, que hace un año y medio forma parte de la cooperativa. "Una semana estoy acá y otra en la calle; con este trabajo gano mejor que antes", agrega, y explica que la intendencia hace de intermediaria entre ellos y los compradores.

"Acá me siento mucho más segura que en la calle -explica Andrea, socia de la cooperativa, que es separada y mamá de tres chicos de 3, 8 y 12 años-. Antes trabajaba como empleada doméstica. Hace dos años, cuando se formó la cooperativa, vine para acá y estoy mejor."

Los recolectores separan, agrupan y enfardan. Cada fardo de residuos pesa 160 kilos: hacen falta 4 hombres para subirlo al camión.

¿Para qué se usan los residuos recuperados? Los fardos que contienen envases de cartón, polietileno y aluminio se introducen en una hidropulpeadora (una licuadora gigante) que agita la mezcla durante media hora y separa las fibras de celulosa del polietileno y el aluminio. Con la pulpa se fabrican cartón y papel reciclado.

El rezago que queda después de separar el polietileno y el aluminio de la pulpa (llamado strip) se tritura, y con este material pueden fabricarse tejas dobles, ladrillos, chapas onduladas, planchas. "Los ladrillos sirven para construir techos y son más fuertes que el cemento, porque es un material resiliente: absorbe el impacto. Es un poquito más caro, pero más noble, y protege del frío y del calor", describe Edilson Roth Batista, ingeniero de la Universidad de Ponta Grossa y propietario de una fábrica de estas tejas.

El papel recuperado y vuelto a triturar con el polialuminio permite fabricar por compresión térmica placas o chapas acanaladas, que se utilizan para muebles (por ejemplo, de cocina, ya que es hidrófugo) o como aislante.

Las técnicas de reciclaje avanzan cada día. Klabin no es solamente la mayor compañía fabricante de papel del Brasil, sino también la que más papel recicla en el Cono Sur. Asociada con Tetra Pak y otras dos firmas (TSL Ambiental y Alcoa) creó la primera planta en el mundo que maneja una tecnología especial para separar el aluminio del polietileno. "El polietileno vaporizado y vuelto a condensar -explica Tiago Facco, responsable en Comunicación de Tetra Pak Brasil- se recupera como parafina. Con el aluminio se hace un lingote que pesa 25 kilos, y para conseguir cada lingote hace falta reciclar 22 mil envases. Y está en estudio otra técnica más avanzada, para que el aluminio sirva nuevamente para hacer envases."

Con papel o cartón reciclado, ¿se pueden hacer otra vez envases tipo Tetra Pak? "No -dice Estela Reale con una sonrisa-. Nuestro objetivo está más allá. Buscamos completar el ciclo del envase, porque nos preocupa la sustentabilidad. De nada sirve sacar al mercado un envase cuidado en todos sus pasos y desde la cuna, si luego de utilizado le perdemos el rastro."

Por Gabriela Navarra


Para saber más:

http://www.tetrapak.com.ar/


http://www.fsc.org/


Cooperativa El Ceibo: ceibotb@arnet.com.ar
47755152 Paraguay 4742. Buenos Aires

Un ejemplo porteño
La cita es en la calle Paraguay al 4700, en Palermo, a las 8 de la mañana.

Ella es la primera en llegar. Se llama María Julia Navarro, tiene 58 años y nació en Santiago del Estero. Su vida no ha sido fácil: perdió todo y tuvo que irse a vivir debajo de un puente, salió de noche a cirujear -no sin miedo, ni vergüenza-, pasó hambre, pasó frío. Y soledad.

Hoy María Julia es encargada de los Recuperadores de la Cooperativa El Ceibo: coordina a quienes salen con su carro y su bolsón en días y horarios prefijados y recorren el barrio dividido en zonas para recibir lo que los vecinos (algunos, desde hace varios años) les guardan: botellas, cartones, papeles, plásticos, vidrios.

"Antes ha ido el promotor -dice María Julia-, que le explica al vecino nuestra tarea."

"Conseguimos mucho en estos años -agrega Cristina Lezcano, presidenta de El Ceibo-. Lo que vale es el boca a boca. Es un trabajo de hormiguita. Sabíamos que al principio nos íbamos a morir de hambre. Vivimos de esto. El vecino separa, entrega los materiales a El Ceibo, El Ceibo separa y clasifica y vende a las empresas. De eso viven 53 familias. Ojalá pudieran ser muchas más."

martes, 11 de noviembre de 2008

Premios Comunidad de la Fundación Diario La Nación. Lema: "la eduación como vínculo para lograr la inclusión social"

Diario La Nación. Septiembre de 2008

Premios Comunidad de la Fundación Diario LA NACION
La educación como vínculo para lograr la inclusión social
Distinguen proyectos puestos en marcha en Olavarría, Bariloche y Salta

El aula taller de la Fundación Gente Nueva, en Bariloche

Una banda escolar de música que favorece la inclusión de sectores postergados en Olavarría, la experiencia que permite en Bariloche finalizar la escolaridad primaria a jóvenes y adultos expulsados del sistema educativo y el sistema de becas de una fundación que facilita el acceso al aprendizaje de alumnos rurales en los cerros salteños son algo más que prácticas aisladas en el fragmentado sistema educativo argentino.

Las tres experiencias fueron galardonadas con el Premio Comunidad, instituido por la Fundación Diario LA NACION, dedicado este año a reconocer y difundir prácticas educativas que faciliten la inclusión social. En el certamen se presentaron 340 iniciativas puestas en marcha por escuelas públicas y privadas, organizaciones no gubernamentales y universidades de todo el país.

Cada emprendimiento recibirá un premio de $ 25.000, destinado a afianzar el desarrollo de la experiencia, en momentos en que la educación necesita prácticas auspiciosas para levantar vuelo, además de la realización de un documental con el propósito de servir de ejemplo y estímulo para todos.

Tras analizar durante dos horas unas treinta experiencias que llegaron a la instancia final, el jurado premió a la Banda de Sikuris, creada por la Escuela Secundaria Básica Nº 9 de Olavarría, para recuperar la música y la cultura de los pueblos andinos; la experiencia del Aula Taller de Capacitación Integral Carlos Mugica, que desarrolla la Fundación Gente Nueva en San Carlos de Bariloche, y el programa de becas de la Fundación Grano de Mostaza, que permite el acceso al secundario en el Valle de Lerma a chicos que sólo pueden cursar la primaria en las alejadas zonas rurales donde habitan.

Integraron el jurado la doctora Silvina Gvirtz, directora de la Maestría de Educación de la Universidad de San Andrés; la profesora Nieves Tapia, directora académica del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (Clayss), Axel Rivas, director del Programa de Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y el periodista Mariano de Vedia, editor de la sección Cultura de LA NACION.

Riqueza de las prácticas
Ante la riqueza de las prácticas analizadas por el jurado, se otorgaron menciones especiales a los programas Segunda Posibilidad, desarrollado por la Asociación María de las Cárceles, para favorecer la inserción social y laboral de los detenidos en unidades penales; Tecnologías de la Comunicación, que impulsa la alfabetización e inclusión de los niños que concurren a la Escuela Hospitalaria Nº 2 del hospital Garrahan. También recibieron menciones la Escuela de Formación de Promotores Sociales de la localidad bonaerense de Paso del Rey; Los Niños Cuenteros, con el que la Legión de Buena Voluntad promueve la lectura en zonas de Jujuy, y la revista online para jóvenes, que desarrolla el Colegio Universitario de Periodismo de Córdoba.

La variedad de los proyectos presentados abordaron una riqueza de experiencias surgidas en el seno de las comunidades, con múltiples abordajes en áreas estratégicas, como el acceso a la educación, la reinserción escolar, la mejora de la calidad educativa, la brecha digital, la alfabetización, la capacitación laboral, la prevención de la salud, el ejercicio de derechos fundamentales y la recuperación de valores culturales de poblaciones originarias, entre otros temas.

Desafíos educativos
"Las experiencias premiadas sintetizan tres desafíos impostergables en la educación del país: la adopción de formas creativas para generar instrumentos que favorezcan la integración de la comunidad y la cohesión social, la respuesta al interrogante de cómo recuperar a los que fueron excluidos del sistema educativo y la semilla para lograr que los alumnos de escuelas rurales no abandonen y puedan continuar en el secundario", resumió Nieves Tapia, al explicar las mejores prácticas seleccionadas.

De las 340 propuestas presentadas en el certamen, que debían tener por lo menos un año de ejecución, 202 corresponden a organizaciones sociales, 120 a escuelas y 18 a universidades.

El Premio Comunidad, que la Fundación Diario LA NACION realizó por segundo año consecutivo, contó con el acompañamiento del Banco Galicia y de las fundaciones Ashoka, Avina y Arte Vivo. Los premios serán entregados el 5 de noviembre, en un acto que se hará en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).