miércoles, 29 de agosto de 2007

"Para terminar con la inequidad social hay que reciclar las ganancias"

Reproducción de artículo de ieco.com.ar (Suplemento Económico de Clarín)

Lo dice Howard Richards, profesor de la Universidad de Earlham, Indiana y experto en economía solidaria. Se necesita un pacto social para redistribuir las ganancias de una manera más justa y terminar con las desigualdades, le dijo a iEco.com.ar. "El Estado no puede solo", asegura.

Por María Arce | marce@clarin.com

Howard Richards pasa sus meses entre Estados Unidos y Chile. Habla un español pausado y seguro que supo conseguir tras años de vida y recorridas por Latinoamérica. En el norte dio clases en el Business and Nonprofit Management Program de la Universidad de Earlham, Indiana, con la que está vinculado hace más de 35 años. Ahora, en el sur, se dedica a descansar y escribir libros. Acaba de presentar en Rosario Solidaridad Participación Transparencia, un trabajo que tiene aportes del ex intendente de esa ciudad, Hermes Binner; de Alicia Cabezudo, prestigiosa profesora de la Universidad de Naciones Unidas y de la Universidad Transcend, entre otros 23 autores. A eso vino al país, y a dar una serie de conferencias sobre la economía solidaria, un tema en el que es un experto a nivel mundial.

"Es una filosofía, una manera de definir la economía como un conjunto de instituciones que en la sociedad se da para atender a sus necesidades. Es una definición más social, más constructiva, y con más valores que lo que suele aparecer en los libros de ciencias económicas. Toda economía debe ser solidaria, el propósito debe ser que con la sumatoria de distintas instituciones que se desarrollan entre sí se llegue a al equidad, a la inclusión de todos", aclara Richards de entrada.

"La economía solidaria suele identificarse en primer término con los micro-emprendimientos, promovidos en general por las agencias públicas y privadas, pero también con la industria recuperada, las cooperativas de trabajo y con lo que se llama comercio justo: la concientización de los consumidores para que compren a precios justos para que los trabajadores tengan buenos sueldos. También es economía popular, es decir, el taxista que es dueño de su taxi, la pareja que tiene su cybercafe, su lavandería o su propio bar. Es toda economía en la que los trabajadores y los dueños son la misma persona. Es la economía de aquellas personas que tienen que trabajar para vivir y su recurso principal es el trabajo", continúa explicando.


Para Richards, uno de los principales problemas que enfrenta la economía actual es la de dar trabajo a todas las personas para achicar las brechas entre ricos y pobres y -lo más importante- acabar con la inequidad. "Alguien le tiene que dar empleo a todos. De alguna manera toda la gente debe tener su dignidad y lo necesario para vivir. Pero esto va más allá de que la gente tenga pan para comer y para vestirse. Necesitan dignidad y en nuestra cultura esto significa empleo. En otra cultura una persona sin empleo puede llegar a tener dignidad, pero en la nuestra no. La dignidad es una necesidad. Yo siempre digo que donde hay una necesidad hay un derecho y donde hay un derecho hay un deber", señala.


¿Quién tiene el deber de que la gente tenga vida digna y trabajo? "Estamos aprendiendo que es un deber que tenemos que asumir entre todos. Ya nos dimos cuenta que el Estado solo no puede ser la garantía. Hubo un tiempo en el que el Estado como última autoridad, tenía la responsabilidad de organizar la sociedad de modo que todo el mundo tuviese empleo. Incluso hay leyes en casi todos los países industrializados en las que dicen que el Estado se compromete a la política de empleo pleno. Pero la verdad es que en la época de la globalización el Estado no puede solo", resume.

¿La solución? "Tiene que haber un pacto social entre empresarios, Estado, activistas, tiene que ser una sumatoria de esfuerzos. La misma empresa tiene que verse como un buen ciudadano que aporta a la sociedad y no sólo busca el máximo de utilidades para sus accionistas. Y eso no es desconocer el papel social de la ganancia. Porque nadie sabe hacer funcionar una empresa sin contabilidad y nadie sabe hacer contabilidad si no hay un excedente –una ganancia- que la empresa produzca. Pero una vez que ese excedente existe, yo tengo, como accionista, que dedicarme a servir al prójimo y eso no estorba a los objetivos de la empresa. Hay que reciclar las ganancias, distribuirlas de una manera mejor. Esa es la gran solución al problema de Keynes para quien la sociedad de mercado es muy inestable y muy injusta porque hay una falla en la circulación del dinero que se para en algún punto y no permite llegar a la equidad", explica Richards.

Este profesor, especializado también en estudios para la paz, subraya que estamos en una época de consensos y que hay que aprovecharla. "En el siglo pasado el capital ganó y los trabajadores perdieron. Ese fue el saldo del siglo XX, pero hoy en día la gente que ganó se da cuenta que no le conviene esa ecuación porque las diferencias sociales llevan a la delincuencia (sin ser inocente, porque muchos se dedican a la delincuencia porque les gusta, dice). Entonces, no le conviene la pobreza, la violencia ni la contaminación. Hoy todos sabemos que hay que solucionar los grandes problemas sociales y cualquier intento serio por superar estos problemas tiene que ser desde la economía solidaria, desde una alternativa positiva", destaca.

Con este panorama, cada día más desolador, "el gran desafío es lograr una economía de mercado que no genere desigualdad y que incluya a todos". La economía de mercado actual genera desigualdad y excluye a mucha gente: a todos cuya fuente de trabajo nadie quiere comprar. "Como dice (el profesor argentino) José Luis Coraggio, hay que resignificar el mercado, para que el mercado se vuelva una institución útil que adoptamos porque nos sirve y en la medida en que no nos sirva la podamos modificar".

Howard Richards es en sí mismo un ejemplo viviente de lo que predica: "recibo una jubilación que viene de ganancias de empresas norteamericanas y como individuo hago mi presupuesto, para ver cómo puedo reciclar mis ingresos todo lo que pueda, al servicio del prójimo. Hay muchas teorías sobre la ética, pero siempre llegan a dos puntos en común: qué haces con tu dinero y qué haces con tu tiempo. Y yo con mi tiempo y mi dinero estoy tratando de -como recomendaría Ghandi- reciclar las ganancias que me tocan para que sirvan para crear trabajo y dignidad para mis vecinos".

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