miércoles, 7 de noviembre de 2007

"Imagine lo que es vivir en una casa de remiendos"

Bernardo Brugnoli; Un Techo para mi País
Diario La Nación, domingo 4 de noviembre de 2007


"Cuando pensamos en pobreza imaginamos una aldea en Etiopía o Burundi, en Africa, donde según las Naciones Unidas hay 300 millones de personas que viven con menos de un dólar por día. Sin embargo, hay pobreza mucho más cerca, por ejemplo, en Villa Hidalgo, al costado del Camino del Buen Ayre, en el partido de San Martín", advierte Bernardo Brugnoli, voluntario de la ONG Un Techo para mi País, dedicada a promover la construcción de casas para los más necesitados.

Brugnoli tiene 23 años y, según explica, para la edad promedio de los voluntarios, de entre 16 y 30 años, es un hombre maduro. Acaba de recibirse de contador e ingresó en la ONG hace un año. "Llegué como tantos otros, me invitó un amigo de Córdoba y al principio no le hice mucho caso, porque estaba dando mis últimas materias. Pero cuando tuve la primera experiencia, cuando construí la primera casa, comprendí todo lo que podía lograr un grupo de jóvenes comprometidos con el bien común, y ya no pude parar", agrega.

Un Techo para mi País nació en Chile, en 1997. Comenzaron con una meta ambiciosa, que muchos creían inalcanzable: construir 2000 casas para el año 2000. "¡Y lo lograron! Al año siguiente participaron en la reconstrucción luego de los terremotos de El Salvador y Perú. A partir de entonces se transformó en un movimiento de voluntariado juvenil para toda América latina. Hoy, la ONG está trabajando en México, El Salvador, Costa Rica, Colombia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay y la Argentina.

"Entre nosotros comenzó en la ciudad de Córdoba, en la Semana Santa de 2003, creció rápido, somos 600 voluntarios, en su mayoría universitarios. Es que el proyecto tiene un efecto multiplicador."

-¿Cuál es el fin de la ONG?

-Si se le ayuda a un ser humano a cambiar su situación de pobreza, cambiará también su actitud ante la vida y comenzará a crecer; el techo es un como un clic. Imagine lo que es vivir en una casa de remiendos, que los días de lluvia se transforma en una tortura, las goteras no dejan dormir. Además, los pisos suelen ser de tierra y al rato eso es un barrial. Los chicos se enferman, la lista de calamidades no parece tener fin. Esto crea una actitud, una suerte de fatalismo, y la ONG ayuda a comenzar el cambio. En primer lugar, dándoles la oportunidad de tener una vivienda mínima, un refugio. El esfuerzo es posible gracias a la participación de las propias familias, los jóvenes voluntarios y las empresas que ayudan en la financiación del proyecto.

-¿Cómo es una casa?

-Son módulos de madera de 18 metros cuadrados, formados por dos paneles de piso, seis paneles laterales, una puerta, dos ventanas, vigas de madera y techo de chapa de zinc. Para mantenerlas aisladas de la humedad del suelo, se construyen sobre pilotes de madera. Es una vivienda provisional, pero constituye una solución concreta para las familias que viven en situación de emergencia.

-¿Cómo participa la familia?

-Trabaja a nuestro lado en la construcción de su propia casa. Y abonando una cuota mínima, según sus posibilidades. Es decir, comprometiéndose. El éxito de este programa está basado en un profundo compromiso. No es una dádiva, es algo que ellos consiguen con su esfuerzo. Si a alguien le interesa saber más sobre el tema, nuestro sitio es www.untechoparamipais.org.ar .

-¿Cómo se eligen los lugares y las familias?

-Un equipo de la organización se dedica a la detección de lugares que necesitan ayuda más urgente, a partir de la información que se recibe, y a elegir a las familias según el criterio de máxima necesidad. Otros convocan a los voluntarios, consiguen el apoyo financiero de empresas y organizan la logística de la construcción, entre muchas otras cosas. Los voluntarios trabajan todo un fin de semana, tres días, junto a las familias con el objetivo de terminar las viviendas el lunes por la tarde, para luego poder realizar la inauguración y una celebración. La construcción representa el comienzo de un largo camino por recorrer y el objetivo es proporcionar a las familias herramientas para la superación de la pobreza y, a más largo plazo, desarrollarse como una comunidad solidaria.

-¿Qué siente un voluntario cada vez que termina una construcción?

-Una gran alegría, tal vez comparable a la de la familia que obtiene su casa. Pero, además, hay un cambio en la relación con los nuevos propietarios. A veces me pasa que, de pronto, en medio del ajetreo diario, me pregunto: ¿Cómo les habrá ido a Juan, a María..? Y trato de comunicarme con ellos y a veces recibo respuestas muy conmovedoras: Mirá, decidimos agrandar la casa, estamos construyendo un ambiente más . Pero hay algo que creo bueno recordar: que cuando leamos estadísticas sobre la pobreza, recordemos que detrás de cada número hay un ser humano, como nosotros, que sufre.

Luis Aubele

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