viernes, 26 de octubre de 2007

Consumidores y productores se unen por la causa del comercio equitativo

Apoyo de España a campesinos y artesanos

Por Analía H. Testa
De la Redacción de LA NACION

Ya no son sólo las organizaciones no gubernamentales las que promueven la reflexión acerca del impacto de la producción agroindustrial en los recursos naturales y en las comunidades de origen. Los mismos consumidores generan presión en una tendencia que parece no tener vuelta atrás: la conciencia crítica acerca de sus necesidades y de las consecuencias de sus decisiones de compra.

Nadie puede, por sí solo, torcer el rumbo de las políticas macroeconómicas que parecen tornar cada vez más vulnerables a los pequeños campesinos o a los artesanos de minorías étnicas, sin embargo, está al alcance de los consumidores elegir productos que favorezcan el desarrollo de sus comunidades.

Esta manera directa de promover una mejor inserción en el mercado de los que se esfuerzan por superar la economía de subsistencia, ha ganado fuerza a través del movimiento del comercio justo. En rigor, la estrategia consiste en limitar el número de intermediarios "especulativos" en la cadena comercial, de manera que el máximo beneficio sea para el primer eslabón. Los principios básicos en los que se sostiene la iniciativa son salarios y condiciones de trabajo dignos, igualdad entre hombres y mujeres, ausencia de explotación infantil y respeto por el medio ambiente.

Se estima que sobre el precio final de un artículo, el productor recibe entre el 20 y 50 por ciento. Además, obtiene la prefinanciación de una parte de los pedidos de los importadores y recibe la totalidad del pago al entregar su mercadería, explica María Herranz Gete, de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ), de España, quien visitó recientemente la Argentina para ofrecer capacitación y conocer grupos de artesanos indígenas de Formosa, por iniciativa de la Comisión de Cooperativas y ONG de la Cámara de Diputados y de la Agencia Española de Cooperación Internacional en la Argentina.

Según la especialista, en este movimiento la firma importadora suele obtener un beneficio neto del 5 al 10%, que se reinvertiría en proyectos de fortalecimiento del comercio justo. A su vez, las tiendas de venta minorista lograrían un beneficio neto de entre un 5 y un 20 % del precio final, según su facturación, que también se volcaría a la promoción. Con la compra de productos de comercio justo se contribuye a cambiar las actuales pautas de producción y de consumo.

Este movimiento ha logrado gran adhesión en los últimos años, especialmente entre consumidores de alto poder adquisitivo. Así lo constatan en Intermón Oxfam, una ONG española, que cuenta con más de 250.000 socios y cuyo objetivo es organizar campañas para sensibilizar a la población respecto de los problemas que afectan a los campesinos de países pobres y ofrecer ayuda a organizaciones de productores del Hemisferio Sur mediante el "partenariado comercial".

Proyectos de largo alcance

La relación que se establece supera la de un proveedor con su cliente; apunta a mantener la sostenibilidad de los proyectos y su integración al mercado convencional, según explica José García Ruiz, directivo de Intermón Oxfam, quien también estuvo de paso por el país.

El objetivo es que, con el tiempo, las organizaciones de productores ganen independencia y tengan mayor impacto en la lucha contra la pobreza. Para lograrlo, "es fundamental mantener los volúmenes de compra, los precios pagados, la prefinanciación y los plazos de entrega", opina García Ruiz.

La gama de productos que ofrece esta ONG, en unas 40 tiendas distribuidas por toda España, comprende artesanías textiles, marroquinería, juguetes, alimentos (café, chocolate, infusiones, especies, pastas, cereales), prendas de vestir y cosméticos. Distribuyen productos de unas 46 organizaciones de comercio justo de 18 países de América latina, Africa y Asia.

Cada año, distribuyen el presupuesto de compra según criterios previamente establecidos: el índice de pobreza del país al que pertenece el grupo de productores, el grado de participación de las mujeres en las organizaciones rurales y el nivel de desarrollo del grupo (dando prioridad a los que más necesitan apoyo). También se evalúa la capacidad de crecimiento, el desarrollo de novedades y el potencial comercial de sus productos para acercar una propuesta de compra.

Uno de los indicadores de la creciente importancia del consumo responsable en Europa es la creación de la CECJ, ya en 1996, en España, cuyo propósito es promover este movimiento como herramienta eficaz de cooperación y "generar conciencia acerca del poder de compra a la hora de cambiar estas injustas estructuras", explica Herranz Gete.

La CECJ no sólo organiza campañas sino que encara investigaciones para mejorar el impacto y favorecer la expansión del Comercio Justo y participa en organizaciones internacionales con las que comparte objetivos.

Tendencia en aumento

La Organización Internacional de Comercio Justo cuenta con 300 miembros de más de 60 países. Aproximadamente el 65% de ellos pertenece al hemisferio sur (distribuidos en Asia, Africa y América latina); el resto se encuentra en Europa, América del Norte, Japón, Australia y Nueva Zelanda.

Según la Fairtrade Labelling Organization, "las ventas de productos certificados de Comercio Justo aumentaron un 37% en 2005 respecto del año anterior, con negocios por 1141 millones de euros. En Europa, las participaciones más altas en ventas de Comercio Justo son Alemania, Suiza y el Reino Unido, seguidos por Francia y Holanda.

En el Viejo Continente hay más de 2800 "tiendas solidarias" y más de 55.000 supermercados e hipermercados venden productos de Comercio Justo.



Publicado en diario La Nación de Buenos Aires, sábado 6 de octubre de 2007. Suplemento Campo

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