lunes, 22 de diciembre de 2008

Solidaridad sobre ruedas

Valentín Melo, de 11, recibió el premio al Voluntario del Año, otorgado por la Red Solidaria Firmat, por su enorme compromiso social y por ser un referente local

Fuente Diario La Nación (Argentina)Suplemento Comunidad. Sábado 20 de diciembre de 2008

Junto a su bicicleta y su carrito recorre las calles del barrio juntando tapitas para el hospital Garrahan
SANTA FE.- Firmat es una ciudad del departamento de General López, en Santa Fe. A 107 kilómetros de Rosario y a 58 de Venado Tuerto, está adornada por campos de maíz, silos, camiones y extensos espacios verdes.

De sus 36.500 habitantes, Valentín Melo se destaca no sólo por su sensibilidad social, sino también por su inagotable iniciativa, que lo llevó a ser un referente local de las movidas solidarias con tan sólo 11 años.

Junto a su bicicleta roja y su carrito de madera recorre las calles juntando lo que haga falta para ayudar al prójimo: comida, juguetes, tapitas de botellas, cartón o plástico. Por esta gran vocación de servicio, la Red Solidaria Firmat lo premió, la semana última, como el Voluntario del Año.

El primer carrito, que armó en 2007 - ya dando muestras de ser un gran autodidacta- lo hizo con sus manos utilizando unas ruedas que sacó de una máquina de cortar pasto. Allí apilaba los manojos de laurel que sacaba de la huerta de su abuelo y los vendía para ganar algo de plata.

"A fines de 2007 iba a vestir el carrito con motivos navideños y se me ocurrió ir casa por casa juntando comida para las Fiestas, como pan dulce, para el hogar de chicos de acá cerca. No les había dicho nada, así que fue todo sorpresa para ellos", cuenta Valentín, al recordar la primera movida solidaria que organizó. La generosidad de sus vecinos lo ayudaron a conseguir comida, ropa y también juguetes. "Siempre alguno de mis amigos me acompañaba a juntar las cosas, así que fuimos todos a entregar las cosas al hogar", agregó este niño con mirada pícara y sonrisa cómplice.

Este año, su papá, Julio, que tiene una carpintería le armó un carrito más grande y resistente último modelo . Tiene luces para que lo vean a la noche, guiños para respetar las reglas de tránsito y música. "Después de la movida de Navidad, el carrito que tenía quedó destruido, así que le armé otro nuevo", explicó.

En abril, cuando se enteró por medio de su mamá de que el hospital Garrahan estaba juntando tapitas, fue a hablar con la directora del Instituto Virgen de la Merced -del cual es alumno- para organizar una campaña en toda la escuela. "Nosotros no sabíamos nada de esta iniciativa. Valentín vino un día a contarme y le propuse que invitara al resto de los alumnos del colegio a participar. Pusimos una caja y él todos los días las recogía", contó Norma Leiva, directora del colegio.

Cerrar el círculo
A través de una maestra del colegio que colabora con la Red Solidaria Firmat se enteró de que esta organización se estaba encargando de reunir todas las tapitas de la ciudad, y eso era lo que faltaba para cerrar el círculo.

Valentín se entusiasmó con esta acción y empezó a llevar tachos de helado a todos los negocios, supermercados y verdulerías para que ellos también pudiesen sumarse. Una vez por semana hacía el recorrido y llevaba todo lo recaudado a la Red Solidaria.

"Nos sorprendió gratamente darnos cuenta de que los que más colaboraron con esta campaña fueron los chicos. Gracias a ellos pudimos juntar papel y 15.000 tapitas que fueron enviados a Buenos Aires", contó Marylin Sacnun, responsable de la Red Solidaria Firmat. Por este motivo, y porque Valentín fue el líder de esta iniciativa, es que aprovecharon el fin de curso del Instituto Virgen de la Merced para hacerle entrega de la distinción del Voluntario del Año. "Cuesta mucho pasar de la emoción a la acción y los chicos nos dieron el ejemplo en esta campaña. Este premio tiene como objetivo destacar la labor de Valentín y a su vez contagiar a otros chicos con su espíritu solidario", dijo Marylin durante la entrega.

Además, gracias a la colaboración del diario regional Pueblo , Valentín recibió una bicicleta nueva como forma de reconocimiento. "La que tiene está bastante gastada, así que nos pareció que iba a ser un buen regalo", agregó.

Valentín, sorprendido por el galradón, recibió la bicicleta con una enorme sonrisa y aclaró que no la iba a usar para el carrito. "Esta me la quedo para pasear", dijo entusiasmado este chico al que le gusta la electricidad, tiene mucha facilidad para las caricaturas y juega al rugby.

A sus actividades solidarias también se suma la de colaborar con la patrulla ambiental juntando papel y botellas. Allí también lo premiaron por su labor solidaria con lámparas de bajo consumo y bolsas de compost.

Desde la escuela destacaron la importancia que tiene la familia en este logro. "Se nota que viene de una familia que tiene los valores muy arraigados. Es simple: no se da lo que no se tiene", enfatizó Leiva.

"Mi otro hijo, que acaba de terminar la secundaria, también recibió una mención especial. Uno los cría para que sean buenas personas, así que estamos muy orgullosos", dijo María de los Angeles, su madre.

Emblema barrial
Su carrito ya es un emblema en su barrio y lo lleva a cada acontecimiento relevante. Por ejemplo, durante la época del conflicto del campo con el Gobierno fue con su familia al corte de la ruta 33, con el carrito adornado con la Bandera.

"Lo bueno de vivir en un lugar como Firmat es tener la tranquilidad de que podés dejar a tu hijo que vaya por las calles y los negocios solo. Eso no se paga con nada. Así es como te enterás de todo, lo bueno y lo malo", sostuvo Julio, oriundo de Mar del Plata.

Aunque su hermano mayor, Ulises, lo tilda de cartonero porque anda juntando cosas de la calle, Valentín se sube todos los días con una sonrisa a su bici y emprende su viaje, con la seguridad de que cuando se propone algo, lo consigue.

Por Micaela Urdinez
Enviada especial


Contactos

Red Solidaria Firmat: 03465-423320
estudiosacnun@arnet.com.ar


Instituto Virgen de la Merced : 03465-423855
silot75@hotmail.com

Articulando distintos actores sociales para una causa los resultados son positivos para todos

Diario La Nación (Argentina). Suplementeo Comunidad. Sábado 20 de diciembre de 2008

Roberto y Luciana viven en Alberti, Prov. de Bs. As. Una zona como tantas en el país, donde hay mucho por hacer.

Roberto tiene 30 años y un trabajo informal en la construcción donde gana $ 500 mensuales y un subsidio del Plan Jefes de $ 225, Luciana, de 29, hace las tareas de la casa y cuida de sus hijos de siete y cinco años. Ninguno de los adultos tiene secundaria terminada.

Viven en una vivienda de material con cocina, baño precario interno y dormitorio, y obviamente sin servicios tipo gas natural, cloacas, agua corriente.Todo muy sencillo.

Un día, la oportunidad llamó a sus puertas y no la dejaron pasar.

Una vecina, que trabajaba repartiendo folletos de una ONG, les acercó un volante de Microcréditos para Mejorar Viviendas. Lo pensaron y tomaron la decisión. Al poco tiempo ya estaban comenzando los trámites para obtener el crédito solidario. Para ello tuvieron que conectarse con otras familias que quisieran, como ellos, mejorar. Los créditos solidarios tienen muchas ventajas: hablan de solidaridad, de confianza, de desterrar prejuicios.

Ya van por el tercer tramo del microcrédito. Ampliaron el comedor, realizaron un baño nuevo completo, y en el espacio del baño anterior acondicionarán el segundo dormitorio para sus hijos.

Durante toda esta etapa los acompañaron las otras familias integrantes del grupo, una trabajadora social que les daba ánimo y sostén, y un voluntario arquitecto que con mucha competencia y calidez, les dibujó y explicó “la vivienda que ellos soñaban”.

Roberto y Luciana compraron los materiales en el Corralón Social Sume Materiales y utilizaron allí el bono de descuento por pago puntual del crédito. El trabajo de mano de obra lo realizaron juntos, incluyendo electricidad y plomería.

Hay otros actores sociales en este entretejido de voluntades. Son las personas que financiaron el microcrédito con sus aportes de dinero. En este caso, un grupo de jóvenes y generosos padres, que entendieron a la vivienda como una necesidad primordial para conformar una buena familia. Y salieron de sí mismos y ayudaron.

“El futuro de la humanidad se fragua en la familia” decía Juan Pablo II. Cuánta verdad! En la familia… con techo… podríamos agregar.

Luciana y Roberto respondieron a tanta buena voluntad con su esfuerzo, su responsabilidad y su compromiso. Y el círculo virtuoso cerró perfectamente. Sus hijos habrán aprendido una lección de vida que seguramente transmitirán a otras generaciones.

La tarea principal que realizaron los diversos actores de esta historia real fue la de hacer comunidad, la de darse cuenta que todos somos prójimos necesitados, que necesitamos sentirnos valorados y amados. Cada uno actuó en consecuencia, según sus posibilidades. La puesta en común de bienes se hizo realidad. Movilizaron energías, recursos y competencias. Crecieron y “desplegaron sus alas al viento”, como dice la canción de Eladia Blazquez. Qué más se puede pedir?

Vivimos en una época de incertidumbres, pero hay un potencial inmenso en nuestra sociedad, de lo que esta historia es solo una muestra. Es hora de dejar el miedo y la pereza y de asumir cada uno nuestro liderazgo como ciudadanos para operar el cambio que la Argentina necesita.

“Si, nosotros podemos”, ( “Yes, we can”) fue el slogan de campaña del recientemente elegido presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.

¿Podremos nosotros pensar en una reconstrucción patriótica que logre una verdadera comunidad sin excluidos?

Por este simple pero contundente relato mi apuesta es por el sí. Entonces… “me sentiré feliz y todas las estrellas reirán dulcemente” (El Principito, Antoine de Saint Exupery)

Beatriz Vedoya de Berasategui

Fundación Sagrada Familia

www.sagradafamilia.org.ar

Proyecto de construcción de viviendas de bajo costo en Paraguay

Elsa Zaldívar: soluciones nuevas para resolver viejos problemas
Su proyecto de fabricación de viviendas de bajo costo en Paraguay, que acaba de ser distinguido como una de las cinco iniciativas internacionales del año, promete frenar tanto el déficit habitacional como el avance de la deforestación en ese país

Cuando los viejos problemas persisten, es hora de buscar soluciones nuevas". Elsa Zaldívar nunca imaginó el alcance de sus propias palabras cuando, en 1996, se propuso desarrollar un emprendimiento productivo que, al menos, le pusiera algún tipo de traba al avance de la pobreza entre los campesinos de la región paraguaya de Caaguazú.

Pero el resultado de la búsqueda de esta activista social no sólo abrió un nuevo nicho dentro del sector agrícola sino que dio origen a uno de los cinco proyectos internacionales que la Fundación Rolex acaba de distinguir con el Premio a la Iniciativa 2008: la construcción de viviendas a un costo muy accesible, utilizando desechos vegetales y plásticos como materia prima.

Del reciclado de estos materiales se obtienen unas placas resistentes con la que pueden construirse tanto muebles como casas, sin necesidad de recurrir a la madera.

Esto último es singularmente importante en un país como Paraguay, en donde la deforestación -mencionada por algunos sectores como la contracara de la bonanza sojera- dificulta aún más la búsqueda de una salida del déficit habitacional que padece ese país. Hace pocos meses, cuando asumió el actual presidente, el ex obispo Fernando Lugo, la flamante administración estimó en más de cuatrocientas mil a las familias que carecen de una vivienda digna.

Mágica lufa
Pero para contar esta historia es necesario volver a 1996 y hablar de la lufa, un vegetal de la familia del pepino que, por entonces, crecía en las casas familiares sin ningún tipo de cuidado y que, una vez seco, da origen a lo que conocemos como esponja vegetal, utilizada, por ejemplo, con fines cosméticos.

Esa fue la especie elegida por Zaldívar, por entonces integrante de la ONG Base ECTA, para cultivar junto a un grupo inicial de quince campesinas sin mayor expectativa que su posterior cosecha, manufactura y comercialización.

Hija de un ex senador y de una ceramista, esta mujer de 48 años que ejerció poco y nada su profesión de comunicadora social reconoce que el apoyo de sus padres fue fundamental en aquel entonces. "Comenzamos a cultivar lufa en una finca de mi padre, mientras mi madre colaboraba activamente en la investigación de todos sus posibles destinos comerciales", recuerda en diálogo telefónico con LA NACION.

Cuatro años más tarde, las quince productoras ya sumaban doscientos hombres y mujeres, y las mil esponjas resultantes de la cosecha inicial se habían multiplicado por setenta. La producción tenía una excelente penetración tanto en el mercado local como en el internacional y los productores campesinos ya se habían organizado en una cooperativa.

Pero una cualidad extra de la lufa impidió que la historia culminara allí, con el relato de un exitoso emprendimiento campesino. "A mí me habían dicho muchas veces que la lufa es un buen aislante del sonido y del calor. Entonces yo pensaba: ?con esto tiene que poder fabricarse un cielorraso´. El secreto era encontrar a alguien dispuesto a sumarse al desafío, y esa persona fue Pedro Padrós, un ingeniero español al que yo conocía y que se mostró interesado en experimentar", relata Zaldívar, hoy directora de Base ECTA, organización que funciona en el mismo edificio en el que vive con su marido y sus tres hijos.

Debieron transcurrir numerosos ensayos hasta que Padrós encontrara la combinación exacta de materiales para obtener una placa resistente: por un lado, los residuos de la manufactura de la esponja vegetal, más todas aquellas que, por no contar con calidad suficiente, no eran aptas para la venta; por el otro, desechos plásticos a modo de aglomerante, y por último, la estructura de la tela de yute. Todo, procesado en una máquina creada y construida por Padrós, con los fondos obtenidos con un crédito del BID.

"Inicialmente, el costo de una placa de un metro de alto por 44 centímetros de ancho era de 6 dólares. Hemos logrado reducirlo a 2,50 dólares, por ejemplo, mezclando la fibra de lufa con chala de maíz y con hojas de caranday [N. de la R.: una especie de palmera que crece de manera abundante]. Pero sigue siendo costosa para los sectores más empobrecidos. Por eso estamos en la búsqueda de un reemplazo del yute para seguir abaratando su precio. Además nos proponemos construir una máquina que permita placas más anchas", explica la mujer.

Hasta ahora hay dos "monoambientes" fabricados con estas placas. Uno se encuentra en la sede de Base ECTA y funciona como estudio. El otro es utilizado como laboratorio. Además, se construyeron algunos toldos para garage. Todos son usados por personas dispuestas a experimentar con este prometedor producto, del que todavía no se conocen todas sus propiedades.

Zaldívar lo reconoce. "En estos momentos estamos haciendo todas las experimentaciones posibles con las placas para estudiarlas a fondo. Al mismo tiempo, estamos negociando con la facultad de Arquitectura y Diseño algún tipo de certamen para dar con el modelo de casa más digno y económico. Una vez que tengamos los proyectos ganadores, construiremos los prototipos con los fondos obtenidos con el premio Rolex."

El dinero en cuestión -cien mil dólares- también se destinará al dictado de cursos y otras formas de capacitación para quienes manipulen las placas. Además, está prevista la producción de un documental cuyo objetivo será difundir esta experiencia en otros países.

"Comenzaron a contactarse conmigo personas de otras nacionalidades interesadas en replicar la experiencia. Yo estoy segura de que es algo más sencillo de lo que parece. Basta con tener algún vegetal fibroso. Pienso en el coco de Brasil: creo que su fibra podría reemplazar perfectamente a la lufa. Lo importante es que no se quiebre al secarse", dice, casi a modo de consejo.

Las proyecciones apuntan a febrero o marzo del año próximo como inicio formal de la actividad en el país vecino. La venta y capacitación para la construcción estará a cargo de una empresa compuesta por los desarrolladores del proyecto. Entre ellos, la propia Base ECTA, que reorientará los fondos que vaya obteniendo hacia otros proyectos sociales. "Paraguay es un país colmado de necesidades -se lamenta-. Tantas, que lo nuestro es sólo un complemento".

En cualquier caso, este proyecto invita al optimismo: hoy cabe pensar que es posible satisfacer una necesidad con soluciones ingeniosas, inclusivas y, sobre todo, respetuosas del medio ambiente.

Lorena Oliva
© LA NACION

Quién es
Nombre y apellido:
Elsa María Zaldívar Rolón

Edad:
48 años

Más de 20 años de activismo:
Es hija del ex senador Juan Carlos Zaldívar y de la ceramista Keka Rolón. Comuicadora social de profesión, está ligada a las organizaciones sociales desde hace más de dos décadas. Ingresó en 1992 a la ONG Base ECTA, de la que hoy es directora. Está casada y tiene 3 hijos

Emprendimiento producitvo:
Profundamente comprometida con la realidad de las mujeres campesinas de la región de Caaguazú, la búsqueda de un nicho productivo le hizo conocer en profundidad los benerficios de la lufa. Su proyecto de placas ecológicas ha sido premiado por la Fundación Rólex.

Fuente: Diario La Nación (Argentina). Domingo 21 de diciembre de 2008

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Cooperativa de cartoneros que comercializan productos reciclados

Fuente: diario Clarín, domingo 14 de diciembre de 2008

LA INICIATIVA MUESTRA A ESCALA EL CAMINO QUE DEBERA RECORRER LA CIUDAD DE BUENOS AIRESDe cartoneros a "empresarios" que levantan la basura en Nordelta
En 2001 revolvían bolsas por la calle y hoy son una cooperativa de 25 personas. En el barrio, de 10.000 habitantes, más del 50% separa los residuos. Los pasan a buscar casa por casa y así se redujo fuerte la cantidad que se entierra en rellenos. Por: Silvia Gómez
Lunes, miércoles y viernes un camión que recoge residuos reciclables recorre las calles de los 12 barrios que integran Nordelta, una exclusiva urbanización privada de Tigre, con status de localidad, en la que viven 10.000 personas. Los vecinos ya saben: esos días sacan a las puertas de sus casas, en bolsas verdes, la basura que podrá reutilizarse. Los plásticos, vidrios y latas por un lado, y papeles, diarios, revistas y cartones, por el otro. El camión, conducido por Alberto, zigzaguea por las apacibles calles del barrio y al cabo del día recorrerá 150 kilómetros y a lo largo de todo un mes recogerá 25 toneladas de plásticos para reciclar. "Empezamos a trabajar a las 7 de la mañana y no sabemos cuándo vamos a terminar. Con el feriado del lunes pasado y el fin de semana largo se juntó un montón de basura", le contó a Clarín Alberto. Y no le falta razón, porque en los jardines delanteros de las casas se ven pilas y pilas de bolsas verdes. Y cargando esas bolsas, Luis y Felipe sudan la gota gorda, debajo de un sol abrazador.

Los tres forman parte de Creando Conciencia, una cooperativa de Benavídez integrada además por otras 22 personas, en su mayoría cartoneros. Hace dos años, habilitados por la empresa que administra el barrio, comenzaron a llevarse la basura reciclable que los vecinos dejaban en un contenedor en uno de los accesos. Y desde mayo recogen, casa por casa, toda la basura, también la que va a los rellenos sanitarios. Y en este tiempo los números terminaron por demostrar la importancia de la separación en origen de los residuos. Antes, Nordelta enviaba a enterrar 8 toneladas de basura por día y ahora sólo 3,2 toneladas. Y más del 50% de las casas participan del programa de reciclado. Según las estadísticas del barrio, en mayo la cooperativa se llevó 8.404 bolsas verdes y en octubre recogió 13.441.

Tarde o temprano el reciclado y la disposición final de los residuos terminará por convertirse en un tema inevitable para toda Buenos Aires. Cada vez se generan más desechos y progresivamente ha disminuido la cantidad de rellenos sanitarios. Ahora las 5.000 toneladas de basura diaria que genera la Capital -a fines de 2006 eran 4.200- se depositan en el Complejo Ambiental Norte III, en el Camino del Buen Ayre. Desde la Ceamse, la empresa que administra éste y otros rellenos y está conformada por los gobiernos de Provincia y Ciudad, hace al menos dos años que vienen advirtiendo sobre el estado de crisis del sistema.

En Capital está vigente la Ley Basura Cero, que fija un cronograma de reducción progresiva de la basura que se entierra. Entre fines de 2007 y principios de 2008 se colocaron 15 mil contenedores en las calles para que los vecinos depositen la basura, previamente separada en sus casas, pero muchos vecinos los utilizaban mal y la Comuna los dio de baja. Y ahora el Ejecutivo impulsa en la Legislatura modificaciones en la recolección de residuos (ver recuadro).

"Sin concientización es imposible pretender que la gente comience a reciclar", opina Walter Lizarazu (23), alma mater de Creando Conciencia. En la cooperativa comenzaron dando charlas en escuelas de Tigre. Y cuando obtuvieron el permiso para entrar a Nordelta golpearon las puertas de todas las casas para entregar información y folletería sobre cómo hacer la separación de los residuos.

"La respuesta de la gente fue enormemente positiva. En uno de los barrios, La Alameda, el 60% de los vecinos hace la separación en origen", cuenta el ingeniero Pedro Segura, gerente general de la Asociación Vecinal Nordelta, que administra el barrio. "Es un modelo irreversible. Cuando se toma conciencia de la importancia del reciclado, que además en este caso genera trabajo para más de 20 personas, no hay forma de volver atrás", opinó. El barrio le paga a la cooperativa unos $ 24 por mes por vivienda por el servicio de recolección. La gente de Creando también trabaja en otro barrio cerrado de Tigre, el Santa Bárbara. Allí pasan a recoger los residuos reciclables de un único contenedor. Se llevan 6 toneladas de papeles y plásticos al mes. Y lo mismo hacen en el supermercado Disco de Tigre. En la planta de reciclado de plásticos la cooperativa procesa unas 75 toneladas al mes, que luego vende a diferentes fábricas.

Ex cartonero, Walter Lizarazu salió a revolver la basura cuando se desató la crisis de diciembre de 2001. "Si pudiéramos crecer, o animar a otros a que formen sus propias cooperativas, lograríamos reciclar más y generar más trabajo para los cartoneros", se entusiasma. La cooperativa se sustenta con la venta de lo que reciclan, con el trabajo de recolección en los barrios, algunos préstamos otorgados por organismos extranjeros y un único subsidio de $ 6.000 que le otorgó el municipio de Tigre. Comenzaron tirando de carritos y hoy tienen tres camiones recolectores y una camioneta.