martes, 27 de noviembre de 2007

La Misión de los Payamédicos

Se realizó en Buenos Aires un congreso internacional de payamédicos
Hacer reír, una herramienta con valor terapéutico

Refuerza el vínculo médico-paciente

El humor es la llave. Con nariz de payasos atraviesan la solemnidad de las salas de internación y hacen reír. Pero su función va más allá: la risa es apenas el puente que lleva a rincones más oxigenados de la existencia en un momento traumático, cuando la cotidianidad es un despliegue ininterrumpido de médicos distantes, enfermeras desbordadas, dolor y un miedo sin válvulas de escape.

"Nuestras intervenciones constituyen una terapia alternativa", define el psiquiatra, clown, especialista en terapia intensiva y payamédico José Pelluchi, coordinador junto con Cristina Martí del Primer Congreso Internacional de Clowns y Payasos de Hospital, que se realizó en Buenos Aires.

Sobrevuela las presentaciones la sombra de Patch Adams, el "Doctor Risa", que en los setenta instaló la risaterapia en hospitales de los Estados Unidos y se convirtió en figura emblemática a partir de la película que protagonizó Robin Williams.

Su presencia se corporiza en la nariz roja que decora las esculturas de la sede en la que se desarrolla el encuentro: un aula de la Facultad de Medicina en la que circulan clowns, payamédicos, humoristas y estudiantes de medicina que entienden que la solemnidad no es una condición necesaria de su profesión y que una relación más igualitaria refuerza el vínculo terapéutico entre el médico y el paciente.

Aunque admite que no encontró las dificultades de Patch Adams para instalar el humor en distintos hospitales del país -hoy interviene en el de Clínicas, el Udaondo, el Alvarez, Muñiz, el Sor Ludovica de La Plata y el Bouquet Roldán de Neuquén-, Pelluchi dice que hay sectores que se resisten a admitir que la risa es cosa seria: que dispara endorfinas, ayuda a controlar la presión arterial, estimula el sistema inmunológico y permite transitar la enfermedad desde una conexión emocionalmente más saludable con la vida.

Así surge de estudios científicos que incluyen a la risa como una herramienta terapéutica. Entre ellos, el realizado por la División de Hematología y Oncología del Hospital General de Massachussets, que concluyó que el humor y la risa ayudan a reducir el dolor y a mostrar el lado humano del equipo médico, además de facilitar el diagnóstico y el tratamiento oncológico.

La risa es salud

No se trata de representar una obra de teatro ni de despertar el espíritu lúdico en un espectador que observa pasivamente desde su cama de internación. Las intervenciones de payamédicos -mitad médicos, psicólogos o psiquiatras, mitad actores, psicodramatistas o clowns- son terapéuticas; crean estrategias personalizadas a partir de un pedido del equipo médico.

Una vez designado el paciente que requiere apoyo terapéutico, llega la pareja de payamédicos a relevar la situación problemática que intentarán revertir con una o varias sesiones que adquieren un formato teatral.

"No se trata de hacer reír solamente, sino de dar potencia, de conectar a la persona con sus aspectos positivos y sanos, de sacarlo del encierro en lo corporal e instalarlo en un estado optimista sostenido", confía Pelluchi y explica su metodología a través de una historia que todavía lo emociona.

Cuando lo llamaron de una sala de internación pediátrica del hospital Muñiz, partió con su maletín "buenetín" con jeringas gigantes y disfraces, dispuesto a revertir la resistencia de un chiquito de cinco años que se negaba a tomar la medicación antirretroviral.

La primera estrategia fue la negociación. "¿Qué me pedía para aceptar la medicación? Jugar con mi nariz: se la puso, la tiró, la pisoteó, se descargó, pero al final nada, no cumplió con su parte. Nueva negociación: revisar mi maletín. Pero tampoco cumplió. Cuando pensé que había fracasado, se me ocurrió conseguir una jeringa como la que usaban en el hospital para que él tomara su medicación, la llené de leche y le propuse una carrera. Dale, aceptó A sus marcas, listos y ya misión cumplida. Desde entonces dejó de ver a la jeringa con los medicamentos como sus enemigos."

Con los adultos el proceso es menos lúdico, aunque una internación hospitalaria, con la infranqueable sensación de impotencia, empuja a casi todas las personas a una regresión que conduce a un estatus de niños dependientes. Descargar activamente sobre un muñeco lo que sufren como resultado del tratamiento es uno de los secretos del abordaje payamédico con adultos.

"La catarsis es un primer paso en la elaboración de una situación traumática, y nosotros facilitamos al paciente que descargue todo lo que le hicieron a él, pero siempre en tono de parodia y manteniendo el buen humor."

Los payamédicos no se internan en el conflicto. Ese será un trabajo de elaboración posterior que le corresponderá al equipo de salud mental, a partir de una intervención que instaló una nueva mirada sobre la persona, la enfermedad y el proceso terapéutico.

"Nosotros nos proponemos que cada persona se identifique con la mirada del clown, que ve belleza aun en donde no la hay, y rescata las partes sanas de cada uno", dice Wendy Ramos, una discípula peruana de Patch Adams, que llegó al congreso para contar la experiencia de los clowns hospitalarios en el Hospital del Niño de Lima.

"A veces mueves apenas una ficha y cambias todo el juego de dominó", define y ejemplifica: "Cada persona tiene un nombre, no es una cama con una enfermedad, y rescatar ese nombre puede ser terapéutico, como sucedió con una niñita que había perdido su cabello y yo le dije «qué bella eres y qué bonito tu nombre, yo quiero llamarme como tú, préstame tu nombre un ratito». Y así jugamos, y ella reía a pesar de su grave enfermedad. Desde entonces no dejó de verse bella, como había dicho la payasa."

Por Tesy De Biase
Para LA NACION
Sábado, 24 de noviembre de 2007

miércoles, 7 de noviembre de 2007

"Imagine lo que es vivir en una casa de remiendos"

Bernardo Brugnoli; Un Techo para mi País
Diario La Nación, domingo 4 de noviembre de 2007


"Cuando pensamos en pobreza imaginamos una aldea en Etiopía o Burundi, en Africa, donde según las Naciones Unidas hay 300 millones de personas que viven con menos de un dólar por día. Sin embargo, hay pobreza mucho más cerca, por ejemplo, en Villa Hidalgo, al costado del Camino del Buen Ayre, en el partido de San Martín", advierte Bernardo Brugnoli, voluntario de la ONG Un Techo para mi País, dedicada a promover la construcción de casas para los más necesitados.

Brugnoli tiene 23 años y, según explica, para la edad promedio de los voluntarios, de entre 16 y 30 años, es un hombre maduro. Acaba de recibirse de contador e ingresó en la ONG hace un año. "Llegué como tantos otros, me invitó un amigo de Córdoba y al principio no le hice mucho caso, porque estaba dando mis últimas materias. Pero cuando tuve la primera experiencia, cuando construí la primera casa, comprendí todo lo que podía lograr un grupo de jóvenes comprometidos con el bien común, y ya no pude parar", agrega.

Un Techo para mi País nació en Chile, en 1997. Comenzaron con una meta ambiciosa, que muchos creían inalcanzable: construir 2000 casas para el año 2000. "¡Y lo lograron! Al año siguiente participaron en la reconstrucción luego de los terremotos de El Salvador y Perú. A partir de entonces se transformó en un movimiento de voluntariado juvenil para toda América latina. Hoy, la ONG está trabajando en México, El Salvador, Costa Rica, Colombia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay y la Argentina.

"Entre nosotros comenzó en la ciudad de Córdoba, en la Semana Santa de 2003, creció rápido, somos 600 voluntarios, en su mayoría universitarios. Es que el proyecto tiene un efecto multiplicador."

-¿Cuál es el fin de la ONG?

-Si se le ayuda a un ser humano a cambiar su situación de pobreza, cambiará también su actitud ante la vida y comenzará a crecer; el techo es un como un clic. Imagine lo que es vivir en una casa de remiendos, que los días de lluvia se transforma en una tortura, las goteras no dejan dormir. Además, los pisos suelen ser de tierra y al rato eso es un barrial. Los chicos se enferman, la lista de calamidades no parece tener fin. Esto crea una actitud, una suerte de fatalismo, y la ONG ayuda a comenzar el cambio. En primer lugar, dándoles la oportunidad de tener una vivienda mínima, un refugio. El esfuerzo es posible gracias a la participación de las propias familias, los jóvenes voluntarios y las empresas que ayudan en la financiación del proyecto.

-¿Cómo es una casa?

-Son módulos de madera de 18 metros cuadrados, formados por dos paneles de piso, seis paneles laterales, una puerta, dos ventanas, vigas de madera y techo de chapa de zinc. Para mantenerlas aisladas de la humedad del suelo, se construyen sobre pilotes de madera. Es una vivienda provisional, pero constituye una solución concreta para las familias que viven en situación de emergencia.

-¿Cómo participa la familia?

-Trabaja a nuestro lado en la construcción de su propia casa. Y abonando una cuota mínima, según sus posibilidades. Es decir, comprometiéndose. El éxito de este programa está basado en un profundo compromiso. No es una dádiva, es algo que ellos consiguen con su esfuerzo. Si a alguien le interesa saber más sobre el tema, nuestro sitio es www.untechoparamipais.org.ar .

-¿Cómo se eligen los lugares y las familias?

-Un equipo de la organización se dedica a la detección de lugares que necesitan ayuda más urgente, a partir de la información que se recibe, y a elegir a las familias según el criterio de máxima necesidad. Otros convocan a los voluntarios, consiguen el apoyo financiero de empresas y organizan la logística de la construcción, entre muchas otras cosas. Los voluntarios trabajan todo un fin de semana, tres días, junto a las familias con el objetivo de terminar las viviendas el lunes por la tarde, para luego poder realizar la inauguración y una celebración. La construcción representa el comienzo de un largo camino por recorrer y el objetivo es proporcionar a las familias herramientas para la superación de la pobreza y, a más largo plazo, desarrollarse como una comunidad solidaria.

-¿Qué siente un voluntario cada vez que termina una construcción?

-Una gran alegría, tal vez comparable a la de la familia que obtiene su casa. Pero, además, hay un cambio en la relación con los nuevos propietarios. A veces me pasa que, de pronto, en medio del ajetreo diario, me pregunto: ¿Cómo les habrá ido a Juan, a María..? Y trato de comunicarme con ellos y a veces recibo respuestas muy conmovedoras: Mirá, decidimos agrandar la casa, estamos construyendo un ambiente más . Pero hay algo que creo bueno recordar: que cuando leamos estadísticas sobre la pobreza, recordemos que detrás de cada número hay un ser humano, como nosotros, que sufre.

Luis Aubele

La hora del comercio Justo

La Nación, domingo 4 de noviembre de 2007

Solidaridad, equidad y cuidado del medio ambiente son algunos de los ideales que alientan la búsqueda de canales alternativos de comercialización, un fenómeno global cuya lógica no consiste en minimizar costos para obtener mayores ganancias sino en garantizar a los artesanos y pequeños productores de países en desarrollo un precio razonable por sus productos. Ya son unos 60 millones los adeptos en todo el mundo y el volumen de ventas alcanza los 1800 millones de dólares

Los países desarrollados se resisten a reducir los subsidios agrícolas que perjudican las exportaciones de los países en vías de desarrollo. Algunas naciones asiáticas invaden el planeta con sus productos de bajo costo elaborados por mano de obra esclava. Una multitud de argentinos se agolpa los fines de semana para comprar prendas de dudoso origen en la feria La Salada.

Mientras se producen estos abusos típicos del sistema económico global, una práctica comercial solidaria, equitativa y ecológica ha ganado terreno hasta transformarse en un verdadero fenómeno alternativo de alcance mundial. Es la modalidad internacionalmente conocida como comercio justo, que ya tiene unos 60 millones de adeptos y que moviliza en la actualidad unos 1800 millones de dólares. Aunque todavía de manera algo tímida, su desarrollo también se advierte en la Argentina.

Según las estadísticas suministradas por Fairtrade Labelling Organizations (FLO), una de las entidades encargadas de certificar los bienes que se comercializan en estas cadenas, ya hay 598 organizaciones que nuclear a productores de 59 países que operan con el sello de comercio justo. "En la última década el número de organizaciones de productores se ha triplicado, y las ventas han aumentado a un promedio de 40 por ciento por año", señala Barbara Fiorito, directora de la Mesa de Directores de FLO.

Hay lugares en los que esta modalidad es un verdadero fenómeno, como en Alemania, en Holanda y en algunas regiones de España. Pero el caso más emblemático es el de Gran Bretaña, en donde a través de comercios como los de Oxfam y Traidcraft se concentra el 25 por ciento de los productos justos, y en donde el volumen de ventas crece un tercio cada año. Sainsbury´s, una de las mayores cadenas de supermercados británicas, comenzó el año pasado a vender bananas sólo si contaban con un certificado de comercio justo, como un modo de responder a una demanda de consumo ético que habían planteado algunos compradores. Marks & Spencer hizo lo mismo con los tés. En tanto Dunkin Donuts y las cadenas de hoteles Scandic y Hilton anunciaron que servirían café de comercio justo a sus clientes.

Tal como ocurre con el cuidado del medio ambiente, la movida a favor del comercio justo sumó a la causa a artistas populares como el infaltable Bono o el cantante de la banda Coldplay, Chris Martin, quien apareció en varios recitales haciendo promoción del sitio www.maketradefair.com . Oxfam también editó un libro en el que 70 celebridades británicas ofrecen sus recetas culinarias elaboradas con productos justos.

La principal particularidad de este esquema comercial es que en vez de seguir la lógica capitalista de minimizar los costos para obtener mayores ganancias, busca garantizarles a los artesanos y productores de países en vías de desarrollo un volumen y un precio de compra razonables para que puedan trabajar en situación digna y mejorar sus métodos de producción. La lógica a la que responde es similar a la que rige para los productos ecológicamente responsables, en la cual los consumidores, en general de países ricos, se toman el trabajo de seleccionar las mercancías identificadas como justas para promover un circuito comercial más equitativo e inclusive, en algunos casos, de pagar un valor ligeramente superior por ellas.

Un bien elaborado bajo la impronta del comercio justo supone haber seguido una serie de consignas básicas, como no recurrir a mano de obra esclava, respetar los derechos de las mujeres y los niños, ser sustentable para el medio ambiente, no incluir costos sobredimensionados de intermediación, y por supuesto, haber sido adquirido por un valor justo y acorde con el trabajo realizado. "Si en el comercio tradicional los compradores tratan de hacer máxima la relación precio-calidad, los consumidores responsables están dispuestos a pagar un precio superior, entre un 10 y un 20 por ciento, por el mismo nivel de calidad si tienen garantías de las repercusiones sociales de su acto de compra", indica en un informe la Asociación Europea de Comercio Justo (EFTA). Para algunos se trata de conciencia global, para otros, de licuar culpas por las injusticias en el sistema comercial mundial.

Los académicos españoles Inmaculada Buendía, Jorge Coque Martínez y José Vidal sostienen que "la incorporación de los aspectos éticos como criterios de decisión de compra ha puesto de manifiesto que estos consumidores no sólo toman en consideración la calidad de los bienes, sino también dónde y cómo han sido fabricados, además de quién se beneficia con su compra". Y aportan como dato adicional que el perfil más representativo del consumidor justo son las mujeres de clase media y media-alta, por debajo de los treinta y cinco años.

Claro que a medida que se expande el fenómeno del comercio justo, también comienzan a emerger los cuestionamientos. Uno de los más severos se produjo cuando algunas multinacionales, como por ejemplo Starbucks, Nestlé, McDonald´s y Donkin Donuts, lanzaron sus propias líneas de productos Fairtrade. Muchas de las organizaciones que pugnan por difundir una modalidad comercial alternativa se sintieron burladas por esta decisión y algunas de ellas iniciaron campañas en contra de los procesos de certificación.

El término comercio justo empezó a utilizarse a partir de 1964, durante la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de la ONU (UNCTAD) realizada en Ginebra. Como parte del auge de las ideas sobre el Tercer Mundo y del Movimiento No Alineados, se planteó allí un fuerte debate sobre la necesidad de generar un flujo comercial más equilibrado entre el desarrollado hemisferio norte y el sur subdesarrollado. "Trade, No Aid", fue el lema con el que se buscó reflejar los esfuerzos por reemplazar la ayuda a los países más pobres por facilidades para comerciar.

En las góndolas

Desde entonces, el crecimiento a nivel mundial de esta práctica ha sido constante, tanto en Africa, Asia y América latina, que conforman las áreas productoras, como en Europa, Estados Unidos, Japón, Canadá y Australia, donde está la mayoría de los consumidores. Además, el sistema ganó en sofisticación, ya que surgieron redes de ONG dedicadas al tema y organizaciones internacionales encargadas de realizar la certificación. Hoy los productos justos se comercializan a través de unas 3000 tiendas especiales, pero también se los puede encontrar en 60.000 comercios europeos y 20.000 norteamericanos de ramos generales que han decidido incluir este tipo de mercancías en sus góndolas con etiquetas que identifican su pertenencia al movimiento "Fair Trade".

Según la Asociación Europea de Comercio Justo (EFTA), el 69 por ciento de la mercancía vendida por esta vía corresponde a alimentos, el 26 por ciento a artesanías, y el cinco por ciento restante a rubros como libros, videos y música. América latina se incorporó tempranamente a este movimiento a través del café, que ha sido siempre el producto emblemático del comercio justo porque los europeos lo identifican con el trabajo esclavo. De hecho, el primer café producido bajo la noción de comercio justo era elaborado en 1973 por cooperativas guatemaltecas bajo la marca "Indio Solidarity Coffee". Posteriormente Ecuador ingresó con fuerza al movimiento con la venta de café y de bananas, y más tarde lo hicieron países como Perú y Bolivia a través de artesanías y productos indígenas.

Mercedes Marzal, directora de Arte y Esperanza, apunta que "a nivel latinoamericano hay una trayectoria más vasta que en la Argentina, en donde el comercio justo llegó un poco tarde. Por eso, mientras en países de la región hay grandes cooperativas, acá la mayoría de las organizaciones integran pequeños grupos dedicados a los alimentos o las artesanías que están tratando de armarse".Pese a ello, el comercio justo se ha expandido fuertemente en la Argentina a partir de la crisis de 2001-2002, cuando confluyeron movimientos relacionados con el trueque, la recuperación de fábricas y la renovada actividad cooperativista. Por un lado, la debacle promovió la expansión de canales comerciales informales y, por el otro, la devaluación les otorgó mayor atractivo a las exportaciones.

Estos procesos tuvieron su corolario en 2004 con la creación de la Red Argentina de Comercio Justo (Racj), una entidad que aglutina a veinticinco organizaciones nacionales y que se transformó en el primer intento para darle organicidad a un movimiento hasta entonces disperso.

Según los datos que aporta Rubén Ravera, presidente de la cooperativa Autosuficiencia y uno de los fundadores de la Racj, en la Argentina actualmente hay cerca de un centenar de grupos que forman parte de estas cadenas alternativas. "La crisis de 2001 tuvo mucha importancia porque la gente se hizo más consciente del valor de la solidaridad. Hasta entonces, la Argentina no se pensaba a sí misma como un país de pobres. El consumo responsable y la justicia comercial se volvieron valores más conocidos", coincide Dolores Bulit, vocera de la Racj y referente de la organización Silataj. Pero también admite que los progresos realizados en los últimos tiempos pueden verse frustrados porque "la inflación está transformando el factor precio en un elemento determinante para definir una compra".

Sin embargo, hay sectores productivos nacionales a los que en los últimos años se les han abierto oportunidades excepcionales para incorporarse a los flujos mundiales de mercancías justas, al punto de que algunos de ellos inclusive se encuentran en proceso de certificación internacional.

Uno de ellos es la producción apícola, muy desarrollada tecnológicamente y floreciente económicamente. En 2006 la Argentina vendió al mercado externo 104.000 toneladas de miel, lo que la transformó en la segunda exportadora mundial. Parte de este crecimiento responde al trabajo de apicultores y cooperativas del noroeste del país que integran un conglomerado productivo y adhieren a los principios del comercio justo. "Para los pequeños productores, formar parte del cluster constituye la única posibilidad de insertarse en una cadena competitiva sostenible en el tiempo. Además, tienen la posibilidad de hacer compras conjuntas de insumos, y en vez de vender la miel a un acopiador sin saber qué pasa después, pueden insertarse en un flujo transparente, donde saben cómo va a ser el negocio, los costos, y los márgenes, evitando así las posiciones dominantes", señala Enrique Bedascarrasbure, uno de los principales impulsores del conglomerado que está próximo a obtener una certificación internacional.

Otro núcleo productivo que visualizó el comercio justo como una alternativa es el té. En Misiones este sector se nutre del aporte de cientos de pequeños productores, pero está regido por las condiciones que fijan cuatro o cinco grandes empresas. "¿Cómo nos íbamos a mantener si el brote de té a nosotros nos sale 0,50 centavos de peso, y los exportadores nos pagan 0,15 centavos? Nos dimos cuenta de que si no instrumentábamos cambios profundos íbamos a quedar fuera del mercado en pocos años", admite Hugo Sand, miembro de la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones, una de las entidades que se sumó al cluster para tratar de elaborar un té de mayor calidad a mejor costo.

El potencial de sectores como el de la miel o el té en las cadenas de comercio justo abre importantes posibilidades de exportación y de financiación para cooperativas y microemprendedores que fueron desplazados de los circuitos centrales, y que han encontrado en este movimiento una alternativa para desarrollar un trabajo digno con remuneración equitativa. Algo así como una reedición de las viejas utopías pero con sentido práctico.

Por Jorge Liotti

martes, 6 de noviembre de 2007

El papel del líder. Reacción ante una crisis

Con lo que se ha escrito sobre el manejo de crisis en el quehacer cotidiano de las empresas podrían llenarse varias piscinas con tinta. Pero los ejercicios téoricos son una cosa y las dificultades que plantea imprevistamente la realidad son otra bien distinta. Todo gerente que se ha visto inmerso en un proceso de este tipo, sabe muy bien lo que significa la irrupción de una crisis.
Por Miguel Angel Diez


Más allá del plan especial que se desempolva de apuro, y de las instrucciones escritas que se distribuyen, importa la percepción, la actitud y la decisión del líder de la empresa. Sea él o no, el principal comunicador, el vocero de la compañía.
Abundan los casos para demostrarlo. En la década de los 70, primera crisis petrolera mundial, una empresa refinadora fue acusada de demorar los barcos que llegaban a Estados Unidos con el crudo, para esperar que con la demora aumentara más el precio. De nada sirvió que los guardacostas declararan que no había tanqueros anclados fuera de los puertos. El rumor revivía cada día de manera distinta. Al final, el vicepresidente de Relaciones Públicas de la firma –nunca se supo si con pleno apoyo de la cúpula de la empresa– convocó a una conferencia de prensa para “revelar toda la verdad” sobre el tema. Docenas de periodistas llegaron a la cita y fueron embarcados en helicópteros que se dedicaron a sobrevolar todos los puertos atlánticos, necesario destino de los supuestos tanqueros. Ningún periodista vio nada, y ese día el rumor fue enterrado definitivamente.
En los 80, en Inglaterra, el agua mineral Perrier debió admitir que en algunas botellas se habían detectado vestigios del detergente con que se las lavaba. El agua, como la leche, son sinónimos de pureza y nada debe contaminarlas. La empresa tuvo reflejos fulminantes: ordenó –en un operativo logístico memorable– el retiro de todas las existencias en las góndolas de los supermercados (con amplia cobertura televisiva). Todas esas botellas fueron colocadas en una explanada, y a la vista de los periodistas –y en especial de sus cámaras– fueron trituradas por motoniveladoras que no pararon hasta obtener puré de vidrio. Es decir, no retiraron las botellas para vaciarlas, limpiarlas bien y cargarlas otra vez. Por varias semanas –mientras se fabricaban nuevas botellas– no se consiguió agua de la marca, lo que provocó pérdidas por ausencia de ventas. Pero cuando las nuevas partidas volvieron a los supermercados, nadie hablaba ya de la inoportuna contaminación.


Hace pocos días, hubo un caso reciente –aunque de menores proporciones– en nuestro país. Una partida de leche en sachet de La Serenísima tenía vestigios del agua oxigenada con que se esterilizan los envases. Normalmente, esa presencia se evapora con la aplicación de calor. Unos segundos que falló el secador de la línea de carga, produjo un lote con algunas anomalías. Sus efectos podrían haber pasado desapercibidos, ya que salvo algún levísimo cambio de color y sabor, nada era demasiado perceptible. Pero el fuerte liderazgo de Pascual Mastellone tomó el timón y ordenó el retiro de toda esa partida y la publicación de lo sucedido en medios de comunicación.


Pocos días antes, había ocurrido en el mundo y aquí también, el caso de Mattel, el fabricante de juguetes que debió retirar 21 millones de unidades por riesgo para los niños que jugaran con esos productos. Un poco después se supo que tres millones de juguetes tenían pintura con exceso de plomo, y nociva por tanto, aplicada en fábricas chinas. La estrategia inicial de Mattel fue adjudicar total responsabilidad a las factorías chinas (en principio, un buen chivo expiatorio). Pero cuando quedó en claro que los otros 18 millones de juguetes recogidos lo fueron por problemas de diseño imputables a la marca, las cosas cambiaron. Mattel debió pedir una humillante disculpa ante el Gobierno chino, quien se ocupó de que el acto tuviera tanta cobertura global como las primeras declaraciones de Mattel. Ahora se verá el próximo paso de la firma juguetera ya que su capacidad para superar la crisis está todavía pendiente de ulteriores desarrollos.


Las crisis, por lo general, suelen ser imprevistas (aunque a veces no se leyeron a tiempo las señales). Nunca la gestión empresarial es puesta a prueba con más crudeza que en una situación de crisis, porque –ante objetivos inmediatos– lo que se decida hacer y dejar de hacer tendrá resultados también inmediatos pero con consecuencias de largo alcance. Pero además, la crisis debe morir, debe desaparecer en forma perentoria. Cuanto más se arrastra, más erosiona una marca.